Remolacha

La remolacha fresca se suele vender en manojos, siendo preferible elegir aquellos manojos que posean las raíces del mismo tamaño, de esta forma, todas se cocinarán de un modo uniforme. Los ejemplares deberían ser lisos, firmes, redondos y carnosos, sin manchas ni magulladuras y de color rojo intenso.

Descripción

La remolacha es la raíz profunda, grande y carnosa que crece en la planta del mismo nombre, se trata de una raíz casi esférica de forma globosa, en algunas variedades plana o alargada, puede pesar entre 80 y 200 gramos.

El color varia desde rosáceo a violáceo y anaranjado rojizo hasta el marrón. Su sabor es dulce.

Su consumo está muy difundido por todos los países de clima templado, en especial en Europa. Francia e Italia son sus principales productores.

La remolacha, en su variedad roja podemos encontrarla en el mercado durante todo el año. En España, las comunidades donde más remolacha produce son Andalucía y Castilla y León.

Las variedades más importantes de remolacha son:

  • Remolacha forrajera: se utiliza sobre todo en la alimentación animal.
  • Remolacha común o roja: es la que se consume como hortaliza. Dentro de esta variedad se distinguen a su vez tres tipos en función de su forma y tamaño:
    • Esférica o ilustrada.
    • Larga
    • Intermedia

Podemos consumir la remolacha, cruda, hervida o en conserva. Se consume principalmente, en ensaladas aunque también puede hacerse sola, con ajos o cebolla y aliñada con un poco de aceite, sal y vinagre. Se suele rallar y aliñar con un poco de aceite y limón.

También, asada y cocida. Para cocerla, conviene introducirla en agua salada en ebullición sin haberla pelado con anterioridad para que no pierda parte de su color y su sabor. Debe hervirse durante al menos una hora, pero no más de dos. Una vez cocinada, se puede eliminar la piel con facilidad y puede servirse como un plato de verdura.

La remolacha fresca se suele vender en manojos, siendo preferible elegir aquellos manojos que posean las raíces del mismo tamaño, de esta forma, todas se cocinarán de un modo uniforme.

Los ejemplares deberían ser lisos, firmes, redondos y carnosos, sin manchas ni magulladuras y de color rojo intenso.

Conviene mantenerlas en el frigorífico, dentro de una bolsa de plástico, pudiendo durar, de esta forma hasta tres semanas. Las hojas de la remolacha, por separado, también han de conservarse en una bolsa de plástico, sin lavarlas. De este modo, y en refrigeración, pueden mantenerse de tres a cinco días.

No es recomendable congelar la remolacha cruda: deberá hervirse en agua salada y nunca más de dos horas. Después se sumerge en agua fría para facilitar su pelado. Una vez pelada, se corta y congela en un recipiente hermético.

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